LAS MONEDAS EN NUMISMÁTICA
La utilización de monedas como valor de cambio, significó un escalón en el proceso social porque fue preciso que, quien entregara el fruto de su trabajo y recibía unas chapas de metal, confiara en que podría usarlas para adquirir las mercancías que necesitaba. Y fue necesario que quien las recibía confiara en que su valor sería el mismo cuando quisiera utilizarla para comprar.
Las monedas empezaron siendo de oro y de plata, y tenían físicamente un valor equivalente al valor facial inscrito. Desde hace un tiempo, el equivalente en oro de la moneda que se emite ha de estar guardado en las cajas fuertes de los bancos nacionales. Cuando hablamos de la pérdida de valor adquisitivo, por culpa de la inflación, estamos diciendo que lo que hoy cuesta unas monedas, si mañana queremos comprarlo, tendremos que pagar más…
La única moneda que vale cada vez más, independientemente del valor que le reconozca el banco, es la moneda de una colección numismática. Su valor depende de que se conserve en buen estado, que forme parte de una emisión pequeña o que haya desaparecido de la circulación en su mayor parte, que tenga una característica rara… Como aquellos dos reales de la época de Franco que acuñaron con el yugo y las flechas boca abajo, y que entre numismáticos se cotiza actualmente en 30 euros.
Hay que tener cuidado, no cambiar ni comprar fuera de los circuitos numismáticos de confianza, porque hay falsificaciones casi exactas, como la del “duro del tío sentado” de 1869, de la que sólo se acuñaron 100 unidades, y que está valorado en un millón de pesetas, precio que los falsificadores consideran muy lucrativo.
Otras falsificaciones son fáciles de detectar con el imán, porque las monedas espańolas son antimagnéticas, mientras que las falsificaciones llevan en su aleación metales magnéticos. Sin embargo, cuando utilizan la alpaca como imitación de la plata, al no ser magnética induce a error.
Un coleccionista riguroso no trata de coleccionar todas las épocas, todas las monedas, sino que se especializa y espera pacientemente la ocasión de comprar cada moneda, cada billete, cuidando de que esté en buen estado: las monedas de plata son, además, una buena inversión.
El álbum donde se vayan a guardar ha de tener salvaguardas de plástico en cada página, para proteger los billetes y evitar que se estropeen. Una buena catalogación impide errores a la hora de valorar con exactitud cada pieza. En las monedas hay que mirar con el cuentahílos el ańo grabado en la ceca, el canto y no sólo el ańo grabado en el texto, que es visible a simple vista, y dependerá de su estado de conservación para que tenga un precio o lo multiplique.
La lupa cuentahílos y el imán son herramientas tan necesarias, para un coleccionista, como el metro para un carpintero.
En imagen de portada: moneda de 5 ptas. del 1869, y moneda de 50 cts. con las flechas del haz falangista invertidas.
Imagen inferior: lupa cuentahilos e imanes para comprobar si la moneda es magnética.
Detalle de las iniciales del grabador en una moneda de cinco pesetas de 1869
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